PETYR
El día había ido mejor
de lo que esperaba. Primero había asistido a la derrota humillante de Edmure
frente a un mozo de los que usaban para los entrenamientos. El niño, a pesar de
tener sólo diez años, era orgulloso y aquello le dolió. Petyr sintió un calor
reconfortante por dentro cuando lo vio en el suelo, lloroso y con las mejillas
coloradas, más por la vergüenza que por el esfuerzo del combate. Ahora sabría
qué era la humillación. En esos momentos, Petyr recordó cómo un año antes
Edmure le había dejado en ridículo delante de Cat y Lysa. Era más de lo que
podía soportar. Estaban jugando al sitrang
una noche y el niño no hacía nada más que incordiar de un lado para otro. Petyr
le recriminó la actitud diciéndole que los bebés no deberían estar levantados a
esas horas molestando a las personas mayores. Edmure, ofendido, le dijo que qué
tenía él de persona mayor, cuando no era más que el meñique de Los Dedos. Petyr
procedía de la parte más pequeña de esa región, lo que unido a su estatura,
hacía de este comentario algo bastante ingenioso. Lo que más le dolió fueron
las risas de las dos hermanas ante la ocurrencia de Edmure. Era el niño mimado
de todos los Tully por su condición de heredero, así que el apodo de Meñique se hizo popular en Aguasdulces
para referirse a Petyr. Él siempre aparentaba no sentirse molesto cuando lo
escuchaba, pero Lysa sabía que era uno de su puntos débiles y lo atacaba con
ese nombre cuando estaba enfadada con él o simplemente para hacerlo rabiar.
También había dado un
pequeño paso en su nueva manera de relacionarse con Cat. Desde su llegada, Lysa
y ella lo habían acogido como a un hermano, pero Petyr estaba experimentando un
sentimiento nuevo hacia la mayor de las Tully. Los juegos de la niñez empezaban
a quedar atrás y notó que ahora descubría a una nueva Catelyn. De alguna
manera, ella fue siempre su preferida. La madurez que demostraba, su sentido
del honor, la forma en que amablemente reñía las travesuras de Lysa…, todo ello
conformaba un conjunto de virtudes que a Petyr le parecían excepcionales en una
persona tan joven. Ahora que era casi una mujer de dieciocho años, Petyr se dio
cuenta de que ya no la miraba como a una hermana. La belleza que contempló por
vez primera en una niña de nueve años había ido incrementándose, haciendo de
ella una encantadora joven en todos los sentidos. Petyr se descubrió un día
mirándola embobado, sintiendo una punzada extraña en la parte baja del
estómago. Ella le había devuelto la mirada, sonriendo, pero como siempre lo
hacía: como cuando sonreía a Edmure. Petyr bajó el rostro, dolido sin tener muy
claro por qué, y ahí empezaron los días de sufrimiento.
Buscó un apoyo en Lysa,
que era sólo un año mayor que él. Desde que llegó a Aguasdulces, ella lo había
seguido en todas sus aventuras como un perrillo. Lo buscaba desde el mismo
momento en el que se levantaba de la cama y no hacía nada sin consultar antes
con Petyr. Notó que sentía fascinada por su manera de ser y usó eso como un comodín
para lograr cosas cuando quería. Fingía enfadarse con ella si le hacía la
contra, con lo que Lysa volvía suplicante y llorosa para que hicieran las paces
y volvieran a ser amigos. Con Catelyn nunca le habían valido esas tretas, pero
hasta ese momento no le importó. Ahora que actuaba plenamente como señora del
lugar y la empezaba a adorar en la distancia, sí consideraba una derrota el
poder que ejercía sobre él. De alguna manera, la posición social que ella tenía
incrementaba el atractivo de la joven, a la vez que la hacía inalcanzable para
un don nadie como él. Petyr, que siempre se había considerado una persona con
recursos, por primera vez no tenía una solución fácil a un problema: el de
acercarse a Catelyn y desvelarle sus sentimientos.
Mientras se desvestía
en su habitación para acostarse, Petyr no paraba de darle vueltas a la prenda
que pediría a Cat. No sabía hasta qué punto ella tomaría un simple juego tonto
como una obligación, aunque conociendo su sentido del honor imaginaba que no
pasaría por alto la palabra dada al muchacho de que pagaría su deuda. En
realidad tenía claro qué pedirle; lo que no tenía tan claro era cómo y la forma
en que ella reaccionaría. Envuelto en esos pensamientos, se durmió y soñó que
él era un poderoso señor y Cat una sumisa adolescente a la que abrazaba,
mientras la nieve caía sobre su melena de pelo castaño.
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Fuente imagen: http://elysiumtan.tumblr.com/ |
jaja..me muero...cuando ella descubrió que la miraba como embobado....jaja...se empieza a perfilar el carácter manipulador de Petyr, en cuanto aque empieza a utilizar a Lysa para llegar a los objetivos que se proponga...
ResponderEliminarPero frente a Cat no tiene nada que hacer... Ella no se da por aludida de lo que siente Petyr...
ResponderEliminarBueno, supongo que en algun momento se va a dar por aludida...aunque más tarde prefiera a un gentlemen nórdico y leal...
EliminarVa saliendo el verdadero Petyr.
ResponderEliminarMe gusta!
Ays ganitas de mas :)
Siempre estuvo ahí. Veremos qué lo hizo aflorar...
ResponderEliminarMañana postearé más tarde porque me voy a la playa esta tarde. Pero habrá capítulo ;)
Hay no, pobre Petyr a partir de ahora sufrirá por su amor no correspondido, meñique a entrado en escena, me encanta como escribes amiga, pero sufro por el joven Petyr, espero sea feliz, un abrazote.
ResponderEliminarHamty *-*
Ah si amo la ilustración, se me olvidaba. ^^
ResponderEliminarQue avanzados jugando sitrang ;)
ResponderEliminarPor cierto, curiosidadsota, el fanfic lo partes de la serie o de los libros? Catelyn tenía 12 años cuando lo del compromiso con Brandon y el duelo.
Por cierto, se nota el amor que sientes por el personaje.