PETYR
La tarde de su beso a
Cat estuvo caminando en una nube y repitiendo la escena en su cabeza una y otra
vez: el rostro confiado de la muchacha, sus ojos cerrados, la boca ligeramente
abierta... Lo siguiente (el empujón, la bofetada, la huida), prefería no
recordarlo. Tras la marcha de la joven, Petyr se quedó en el bosque de dioses
con Lysa, pero de forma súbita ésta no quiso saber nada más del juego de los besos.
Le recriminó su manera de utilizarla, porque había visto claramente cómo besaba
a Catelyn, con un ansia que no ponía cuando la besaba a ella. Y eso que fue
algo breve. Petyr trató de convencerla de que se había limitado a cobrarse su
prenda y no le pareció mal hacerlo en forma de beso. Además, unos momentos
antes la había besado a ella de manera diferente, pero nada haría que Lysa
creyese su mentira. Podía ser una niña simple, sí, mas no se le escapaba que algo
raro había entre él y su hermana. «¡Has cerrado los ojos mientras la besabas!
¡Nunca los cierras conmigo, a veces abro los míos y te veo mirando hacia otro
lado!», protestó. Él no halló la manera de convencerla
a través de las palabras ni de los actos. Quiso abrazarla, pero ella se zafó
con rapidez y también salió corriendo. No entendía su actitud. Con Lysa todo
había sido un simple juego y nada más.
Durante los tres días
que vinieron, el ambiente en Aguasdulces estaba enrarecido. En la mesa no se
oían risas sofocadas ni cuchicheos. Los sirvientes respiraban tranquilos al ver
que, por fin, los niños díscolos se habían convertido en adultos y se librarían
de sus travesuras. Catelyn actuaba como si nada hubiese pasado, pero Lysa
andaba con una expresión entre triste e indignada todo el día, como un alma en
pena. Ya no iba al bosque de dioses con Petyr, ni quería compartir con él
ningún secreto o trastada. El muchacho decidió entretenerse de otra manera esos
primeros días. Acudía a la biblioteca a leer tomos de tema histórico y también
los viejos libros de cuentas de Aguasdulces. La economía era lo suyo desde los
tiempos lejanos de Los Dedos. Desde pequeño había sido muy listo a la hora de
sacar dinero de inocentes negocios. Le entusiasmaba ver cómo crecían sus
ahorros. De hecho, desde que llegó a la región de los Ríos, Lord Hoster le
había encargado algunos asuntos de este tipo y consiguió reunir una pequeña
cantidad de dragones en su habitación… pero era una fortuna miserable con la
que no podría comprar ni un cochinillo.
Un día se le ocurrió
ojear por curiosidad uno de esos libros diminutos y llenos de ilustraciones
coloridas que tanto entusiasmaban a Lysa y que recogían cuentos y poesías de
las que recitaban los bardos. El elegido por Petyr contaba la historia de un
joven muchacho de origen humilde que se enamora de una princesa, cuyo padre la
había encerrado en una torre de oro y cristal para que nadie se la robara. El
joven, a pesar de ser pobre, era ingenioso y con su astucia consigue incluso
vencer en un duelo al guardián de la torre, un gigante peludo y fiero. Petyr se
rio de semejante historia, pero le gustaba pensar que los débiles y pequeños
vencían a los grandes y poderosos. La realidad, tristemente, era otra: el
dinero y la fuerza física eran las armas más poderosas y él no tenía ninguna de
ellas. En un mundo como el suyo, la gente que sólo contaba con su inteligencia
no triunfaba. Como mucho se limitaba a sobrevivir. Eso era lo que sentía que
había estado haciendo durante toda su existencia. Y se odiaba por ello.
Bueno, parece que el asunto del beso, lo sacó del mundo embelesado de los amoríos y lo llevó a ver su propia realidad y darse cuenta lo poco que se quiere el mismo, ya que las dos armas para tener poder, el no las tiene...a ver si se le levanta un poco el ánimo al Petyr...
ResponderEliminarEn nada aparecerá el Petyr que todos conocemos :)
ResponderEliminarY yo deseando leerlo!
Bueno... todo a su tiempo. Sólo digo que él es rebelde porque el mundo lo hizo así :)
ResponderEliminarNoto que algo está cambiando lentamente en Petry, veo que se van distanciando los 3 poco a poco, que pena, meñique va tomando forma, besitos Athena. ^^
ResponderEliminar