CATELYN
A pesar de que habían
transcurrido tres días desde el beso, Cat seguía notando el sabor a menta en su
boca. No podía creer lo que le había sucedido: caer en una trampa tan vieja.
¿Cómo esperar eso de Petyr, del chico al que consideraba su hermano? Ahora
empezaban a encajar las piezas: el cambio de actitud que notó en él no era
tanto porque ella era la señora de Aguasdulces como porque Petyr se había
enamorado de ella o, más exactamente, creía estarlo. Era impensable que,
después de tantos años, fuera a sentir amor por la que podría ser su hermana
mayor. Pero el beso demostraba que la teoría más absurda era la acertada. Nunca
la habían besado, eso era verdad, pero le pareció que no había otra explicación
a la forma en que Petyr lo hizo. No fue algo inocente, como un simple roce. Su
boca se había abierto sobre la de ella, intentando abrirse paso… Sacudió la
cabeza. No quería recordarlo. Sentía que era algo ilícito, prohibido. ¡Era como
besarse con Edmure! Entonces, ¿por qué se había sofocado tanto? ¿Por qué aún
creía notar el calor de su aliento de menta en los labios? Estaba indignada…
¡Su primer beso y recibido de él! En
sus fantasías siempre pensó que sería su marido el que la besaría por vez
primera… Un hombre y no un muchacho que apenas tenía pelo en la cara.
Decidió no darle mayor
importancia al asunto desde el primer día. Si se mostraba como siempre, Petyr
se desengañaría y terminaría por olvidar el suceso, y vería que a ella no le
había afectado en absoluto. La bofetada podría interpretarse como algo propio
de una dama ofendida, y más en el caso de Catelyn, tan defensora del honor.
Pero nada más. No convenía evitarlo ni huir de él: eso le haría creer que ella
sentía algo o que estaba avergonzada.
Para añadir un problema
más, la actitud de Lysa le preocupaba. Desde ese día había perdido el carácter
alegre de siempre y se paseaba por el castillo con la cabeza baja. Cat no sabía
qué hacer para consolarla ni alcanzaba a entender cuál era el origen de su
cambio. Durante dos noches la oyó sollozar en su cama hasta que se quedaba
durmiendo y a la mañana siguiente su rostro era casi espectral. Tomó la
decisión de hablarle claramente esa misma noche. Su querida Lysa, su hermana y
amiga, estaba enfermando y no entendía por qué.
Aquella misma tarde,
Lord Hoster Tully regresó de su viaje. Venía con el cuerpo fatigado pero con el
espíritu alegre, tal y como Catelyn notó por su manera de saludarla: con un
gran abrazo y dos besos en la mejilla. Preguntó por Lysa y ella le comentó que
se encontraba un poco mal, pero no era nada grave. Su padre mudó el gesto por
uno serio. Cat le quitó importancia al asunto a fin de no preocuparlo. No era
frecuente que Lord Hoster se mostrara tan distendido con su hija, de forma que
Catelyn quiso alargar ese momento un poco más. El señor de Aguasdulces se quedó
callado de repente. Ella le sonrió al tiempo que lo interrogaba con la mirada:
otra vez parecía ver en Catelyn a una extraña. Su padre la invitó a sentarse
junto a él. Había un asunto importante que tratar y ella era parte del mismo.
Cat se puso alerta. «Hija mía, tienes casi dieciocho años, ¿nunca has pensado
en que es hora de que contraigas matrimonio y seas la señora de tu propio
castillo?» Lo soltó a bocajarro, sin rodeos, a la manera de Lord Tully. Catelyn
se quedó petrificada sin saber qué responder. La cara le ardía y bajó los ojos
mostrando sumisión. «No, padre, nunca lo he pensado», mintió. «Creía que eso
era algo que debíais decidir vos.» Suponía que era la respuesta adecuada en una
dama. Andar con pensamientos de amoríos y romances no estaría bien visto en una
joven de su posición. «En efecto, querida Cat, así es. Y tu compromiso está
establecido desde hace tiempo, pero no ha sido hasta ahora cuando lo vamos a
hacer público.» «¿Puedo saber quién es el caballero que será mi futuro
esposo?» Temía que se tratara de algún hombre mayor o, peor aún, de algún
anciano achacoso, pero confiaba en el amor que le profesaba su padre. «Proviene
del Norte. Es Brandon Stark de Invernalia.» ¡Invernalia! Acostumbrada al suave
clima de la región de los Ríos, con sólo oír ese nombre un escalofrío recorrió
su cuerpo. Decían que allí siempre hacía frío y nevaba todo el tiempo. No lo
soportaría. También contaban las viejas tatas que sus habitantes eran gente
ruda y salvaje como los lobos huargo y frías como el hielo. Para empeorar las
cosas, adoraban a los árboles corazón, mientras que ella era devota de los
Siete. Todo era negativo para Catelyn en ese compromiso. Evitó que todas esas
cavilaciones se reflejaran en su cara y mostró una gran sonrisa a su padre,
mientras le daba las gracias por tan acertada elección. «Al menos espero que
sea joven y guapo», pensó para consolarse. No tardaría en comprobarlo.
Ah...parece que le pegó fuerte el beso de menta a Cat...y la pobre Lysa no tiene consuelo, creo que tiene por Petyr mucho más que sentimientos de hermano...espero que esto no sea causa de separación de las hermanas.
ResponderEliminarHay caballero a la vista... ¿Cómo será? Jejeje
ResponderEliminarBueno esto esta que arde... Como se tomara la noticia Petyr?....
ResponderEliminarJejejejejeeee... Todavía hay que esperar un poquito a ver qué ocurre.
ResponderEliminarCaballero is coming..jejeje
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