LYSA
Hacía rato que el
sol había salido, pero Lysa aún seguía en la cama. Al despertar, miró hacia la
derecha y comprobó que su hermana ya no estaba en su lecho. Catelyn siempre
había sido así: madrugadora, responsable, perfecta. Lysa la quería y deseaba
ser como ella, de hecho eran muy semejantes físicamente, pero a veces tenía la
sensación de que nunca podría igualarse a Cat. Al ser la mayor, Catelyn había
asumido el papel de señora de Aguasdulces hacía un año, aunque su madre faltaba
desde hacía casi diez. La mayor de las Tully sabía cuál era su cometido:
casarse con un caballero y darle hijos. Lysa, sin embargo, era más rebelde en
ese aspecto. Desde niña había andado envuelta en ensoñaciones de amores
románticos, como los de las canciones y cuentos, y había sido muy enamoradiza.
Se encaprichaba de cada bardo y poeta que pasaba por el castillo, y siempre el
siguiente era mejor, más guapo y más galante que el anterior. Cat le advertía
de que no cometiera ninguna locura, recordándole que era una dama de alta cuna,
pero a Lysa le parecía toda una aventura robarle un beso a un simple cantor
callejero. Lo hacía casi sin pensar, para ver qué se experimentaba y comprobar
si los besos eran algo tan maravilloso como lo que describían las canciones.
Sin embargo, siempre se sentía defraudada. No había nada de especial en besar a
un chico.
Mientras se desperezaba, empezó a pensar en qué haría
ese día. Posiblemente fuera con Petyr al bosque de dioses a divertirse un rato
contando historias de terror. En realidad le asustaban, pero ver la cara de
Petyr mientras las narraba era algo que le encantaba. El chico era un actor
excelente e interpretaba cada uno de los papeles, haciendo que Lysa se olvidara
de todo y estuviera tan concentrada en la historia que terminaba creyéndosela.
Petyr siempre finalizaba con un gran susto y ella, enfadada, se lanzaba hacia
él diciéndole «¡Meñique!» y
revolviéndole el pelo, cosas ambas que el muchacho odiaba.
Precisamente su pelo fue lo primero que le llamó la
atención cuando lo conoció. Aquel niño extraño que llegó hacía nueve años a Aguasdulces
era tan tímido que apenas levantó la cabeza la primera noche que pasó allí. A
Lysa le gustó su aspecto: pequeño para su edad, casi diminuto, frágil y
desconcertado, como un cachorro abandonado. La cabecita del niño destacaba por
una gran cantidad de rizos negros entre los que sobresalía un mechón de pelo
blanco y liso. Eso le daba una pinta aún más extravagante a aquella especie de
mascota que venía a divertir a los hijos de Lord Tully. Lysa decidió adoptarlo
como si fuera un gatito, pero Catelyn le recriminó su actitud. «No es un perro
faldero. Es un niño como nosotros y debemos tratarlo como a un hermano», le
dijo. Lysa no tenía ningún aprecio por Edmure, de manera que no vio con malos
ojos esa opción. Sería el compañero de juegos que su hermano legítimo nunca
lograría ser. Cuando creciera, Edmure andaría muy ocupado en entrenarse para
convertirse en un futuro caballero y no le interesaría relacionarse con niñas.
Saltó de la cama y se sentó frente al espejo de cobre
bruñido. Llamó con una campanilla e inmediatamente se presentó una sirvienta
para ayudarla a vestirse. Una sencilla túnica azul con un cinturón de cuero
liso y unas botas planas serían suficientes para pasar la mañana. Necesitaba
estar cómoda para ir al bosque de dioses y otro tipo de atuendo sería un
engorro. Estaba segura de que Cat volvería a reñirle su aspecto y su gusto por
caminar descalza por la hierba, pero a ella no le importaba. Correr hacia el
bosque y reírse con Petyr ideando travesuras era lo único que le interesaba
hacer aquel día. Que su hermana mayor se encargara de recibir a los visitantes
de Aguasdulces. Ella no sentía esa obligación como suya.
Juajuajua, yo también quiero un Petyr como mascota!! ^_^
ResponderEliminarGenial, un buen capítulo pero escaso porque quiero leer más!!
Lo mismo posteo el tercero luego ;)
ResponderEliminarLa soñadora Lysa, pobre diabla...
ResponderEliminarJajaj pobre Petyr es un tierno y lo traen como su juguete personal, eso no me gusta, pero confío en que no se quedará así jeje, gracias Athena.
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte ;)
ResponderEliminar*suspiro* mi adorado Petyr... tan travieso y lleno de vitalidad como yo, desde el día que lo conocí no he podido dejar de pensar en el y levantarme cada día con la ilusión de tenerle.
ResponderEliminarQuerida Athena, que bien me recuerdas los días pasados.
Insisto, qué fácil es leerte!
ResponderEliminarEl odio intenso que siento por Catelyn, me hace decantarme por Lysa, claro que es difícil defender lo indefendible. Pero para que alguien sea como es, mucho debe haberle pasado. Me gusta como imaginas a la futura Sra. de Arryn, porque para ser como terminó siendo muchos sueños han debido morirse de golpe y porrazo.