PETYR
Estaba destrozado.
Nunca habría imaginado lo duro que era entrenarse para ser un caballero y
empezaba a tener claro que no valía para ello, nunca lo había valido. La verdad
era que no le interesaban las gestas militares. Lo suyo siempre fue intentar
saber cómo se enriquecía la gente. Había oído hablar de la mítica riqueza de
los Lannister de Roca Casterly y de que su origen estaba en que Lord Tywin
Lannister cagaba oro. Él no creía esos cuentos de tatas viejas, por supuesto,
pero tampoco llegaba a hacerse una idea de cómo acumularon tanto poder
económico. En la biblioteca de Aguasdulces no halló respuesta y eso le
deprimía. Aunque lo triste era que él no tenía dinero ni tampoco era un
caballero, así que el pedestal sobre el que se sentaba Catelyn se le antojaba
cada vez más alto.
Dejó la espada dentro
de un saco de serrín que nadie había tocado en años, se colocó el jubón y salió
del castillo. Lo que más le apetecía era darse un buen baño en el río. El agua
fría entumecería sus agotados miembros y le haría olvidar el dolor que tenía en
ellos. Pronto llegó a la ribera y contempló la unión entre el Piedra Caída y el
Forca Roja. Los miembros de la familia Tully eran enterrados en esas aguas
según la tradición. Pensó que a lo mejor se impregnaba de algo de ellos al
bañarse allí. Sin dudarlo, se quitó la ropa y se zambulló en el agua. No tenía
fuerzas ni para nadar, así que se dejó mecer con cuidado de que la corriente no
se lo llevara demasiado lejos. Cuando empezó a sentir frío, salió del agua para
secarse al sol antes de vestirse, pero por poco tiempo. No le gustaba verse el
cuerpo delgado, sin un ápice de músculo, y con apenas un rastro de vello en el
pecho y en la ingle. Pensaba que, al crecer, se convertiría en un hombre alto y
fuerte, pero se dio cuenta de que eso había que trabajarlo, sobre todo la
fuerza. Lo de la altura ya no tenía remedio. Meñique… era Meñique, a su pesar.
Se rio de sí mismo y, sin pensarlo, gritó «¡Caaaaaaaaaaaaaaaaaaaat!»
Se vistió y se sentó un
rato para recuperar fuerzas del todo. De pronto apareció por allí Lysa, lo que
le extrañó teniendo en cuenta lo poco que le gustaba madrugar. Ella se aproximó
sonriente, con aire decidido, y le dio los buenos días. Petyr le devolvió el
saludo mientras trataba de traducir lo que veía en sus ojos. ¿Lo habría estado
espiando? No lo creía; al menos no lo imaginaba de ella. Él era su cómplice en
todo, de forma que no le cuadraba la idea de que ahora se convirtiera en víctima
de alguna travesura diseñada por ella. Empezaron a hablar de temas sin
importancia hasta que Lysa le preguntó que qué hacía allí tan temprano. «Nada,
sólo vine a tomar un poco de aire fresco. Ya sabes que las cuatro paredes del
castillo me agobian», se excusó él. Ella lo miró de soslayo con un gesto que
denotaba poco convencimiento. «Juguemos al juego de la verdad», propuso Lysa.
Empezaron con preguntas tontas que respondían con mentiras sólo por divertirse
pidiendo y pagando prendas absurdas: colgarse boca abajo de un árbol, mojarse
la cabeza en el río, masticar un puñado de hierba... Era el turno de Lysa. De
repente, su rostro se tornó solemne. «¿Es verdad que estás entrenándote en secreto para ser caballero?» Petyr no
cambió de expresión a fin de no verse descubierto. Después empezó a reírse de
manera teatral, revolcándose por la hierba mientras Lysa lo miraba seria. Él
siguió con la pantomima hasta que ella se cruzó de brazos y lo asesinó con los
ojos. Petyr dejó de fingir diversión y le dijo que no con decisión. La muchacha
se levantó de un salto. Pensó que se marchaba enfadada, pero Lysa se dirigió
hacia un árbol cercano. De un hueco del tronco sacó la espada con la que Petyr
se había estado entrenando un rato antes. Su tez morena se puso pálida. No
podía ser. Él era un maestro en cualquier juego, no estaba preparado para
perder. «Tienes que pagarme una prenda», sentenció Lysa con una sonrisa entre
pícara y divertida. «Pero antes, échate una hoja de menta a la boca.»
Yo por ahora lo que veo es que el siente curiosidad y casi envidia de todos los demás...la bravura, la riqueza y se pregunta como lograr conseguir lo que los demás tienen, pero al mismo tiempo, no le gusta que los demás sepan que pasa por su cabeza
ResponderEliminarSí, es un chaval que ansía ser alguien en la vida, pero se lamenta por no tener lo que parece ser lo más importante ;)
ResponderEliminarGracias por el comentario, como siempre.
Me gusta como se va perfilando la personalidad de Petyr...
ResponderEliminarY cada vez mas enganchada a estos tres adolescentes!
;) Mañana a lo mejor subo dos...
ResponderEliminarGracias por comentar.
Ese juego de las prendas se puede tornar peligroso jaja, acá ya veo más de la personalidad de meñique, ya empieza a desear poder y dinero, era evidente para mi que algo pasó, ese amor no correspondido será el que lo lleve a esos rincones torcidos de la historia, Cat por favor hazle caso a meñique, que no ves que es adorable. Gracias Athena, capítulo picaron, será porque lo imaginé jajjaa, te presto mis pensamientos 5 minutos nada más jaaja, besitos.
ResponderEliminarSolo puntualizo que le estaba espiando en TODO momento, y si, lo digo para que os corroa la envidia xD
ResponderEliminarEste día vi lo más hermoso que jamás había visto hasta el momento, a mi Petyr sintiendose libre flotando en el río, con el sol reflejado en el agua y su piel.
Veo que habéis captado la idea... Yo dejé a la imaginación del lector eso, pero en mi mente estaba que vos lo visteis cuando se bañaba... ;)
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